Con este argumento, la historia promete ser apasionante, y aunque yo ya conocía el desenlace de los hechos históricos, encontré interesante la historia de los castellanos que acompañan a Ordoño. El libro se lee fácilmente, a pesar de que en algunos pasajes el lenguaje es más técnico. Estos son aquellos dedicados a la ambientación, en los que, si nos esforzamos un poco y nos molestamos en averiguar el significado de las palabras, podemos disfrutar de una excelente vista de algunos edificios, así como del mobiliario y de las vestimentas de los personajes. La lectura se hace amena, si bien el ritmo de la historia se ralentiza en determinados puntos. Además, se nos reserva una sorpresa final que nos hará comprender el comportamiento de algunos de los personajes durante la historia, así como un epílogo en el que se explica el porqué de los hechos que acontecen al principio.
La novela se estructura en capítulos, cada uno de los cuales recibe el nombre de uno de los personajes de la historia. Así pues, el nombre del capítulo nos indica que los hechos que se narran en el mismo giran en torno al personaje con el que se denomina. Cada capítulo consta de unas 30 a 40 páginas, divididos en varias secciones. El texto tiene la particularidad de que la sucesión de las secciones se utiliza para cambiar de escenario, pero no para cambiar el punto de vista; dentro de una misma sección puede cambiar, sin previo aviso, el punto de vista de un personaje a otro, aunque esto no ocurre de manera brusca, pues el autor suele utilizar transiciones hábilmente incluidas dentro de una frase.
En cuanto a los diálogos, tienen, a mi entender, dos fallos. El primero es que a veces no queda claro quién habla, ya que el autor no nos lo indica. Cierto es que cuando solo dos personajes participan en la conversación no es necesario indicar quién habla excepto al principio, pero en este libro abundan diálogos en los que intervienen tres o más personajes. Otro fallo fundamental es uno muy típico de este género: los personajes PIENSAN como lo haría cualquiera de nosotros en el siglo XXI, siendo el personaje de Mudarra el máximo exponente de este hecho. En una novela histórica, no es necesario que los personajes se expresen como lo harían en su tiempo (la mayoría de los lectores no entenderían su lenguaje arcaico), pero considero un gran problema el hecho de que unos personajes que vivieron hace más de 1000 años muestren pensamientos tan modernos. Es el mismo problema que tienen las superproducciones de cine cuando se trata de películas ambientadas en otras épocas de la historia, parece que todos sus personajes son tipos del siglo XXI que han entrado en una máquina del tiempo. No ocurre esto de manera tan acentuada en la novela, pero a mí, que me gusta trasladarme a la época en la que sucede la historia con ayuda de mi imaginación, me choca bastante.
Con respecto a los personajes, el autor no llega a profundizar realmente en ninguno de ellos, ni siquiera en Asur, quien se supone que es el protagonista. Solamente se limita a perfilar los rasgos de los más importantes para que comprendamos sus actos y su forma de pensar, sin ahondar en su psique, lo cual le hubiera proporcionado mayor profundidad a la historia. El personaje más complejo es, tal vez, Mudarra, aunque no me han gustado algunos de sus diálogos. Los datos que aporta son muy interesantes para el lector, pero hubiera preferido que los hubiera proporcionado el narrador; hay momentos en los que Mudarra parece un profesor de historia. Los demás personajes son planos por lo general, aunque esto viene siendo la norma en las novelas históricas que he leído. Aparte de esto, no conocemos los antecedentes de ninguno de los personajes excepto de Mudarra, y se dan casos bastante atípicos como el de un califa homosexual y un eunuco con apetito sexual (aunque este último caso se explica convenientemente). Son detalles destinados, tal vez, a ejercer cierto impacto sobre el lector, aunque desde mi punto de vista, en los tiempos que corren provocan el efecto contrario al que pretenden: hoy día pocos lectores se extrañan de la homosexualidad de un monarca, es más, el hecho de que el autor le haya otorgado esa condición sexual puede poner sobre aviso al lector con respecto a su intención de impresionarle.
Añado que existen en el libro secundarios mucho más interesantes que los protagonistas. Me hubiera gustado mucho leer más pasajes en los que apareciera el conde Fernán González, Al-Hakam II, Djafar, el rey Sancho y su hermana. Es un libro con muchos personajes, y al tener una extensión algo reducida y dedicar secciones enteras a todos ellos, la historia queda un poco dispersa. Esta sensación se acentúa cuando se cambia repentinamente el punto de vista de los personajes.
El ritmo, como he apuntado antes, es correcto, aunque existen pasajes que se hacen algo más lentos. No obstante, pienso que a la novela no le sobra nada, es más, la veo demasiado condensada. Me hubiera gustado que el autor se hubiera recreado en determinadas escenas y algunas de sus descripciones, sobre todo cuando los personajes llegan a Córdoba. En otras novelas me he podido hacer una idea acerca de la distribución espacial y las características de los lugares que han visitado los protagonistas, pero en esta novela las descripciones son a veces parcas en ese sentido. Esto, por contra, hace que la lectura sea muy fluida y pueda leerse el libro en poco menos de una semana. El ritmo se acelera en el último capítulo, ya que los acontecimientos se suceden de manera rápida. El epílogo es muy corto, y está solamente dedicado a explicar el porqué de lo acontecido a principio del libro. Me hubiera gustado que se hubiera explicado en él el destino de algunos personajes secundarios. Supongo que su brevedad se debe a que el autor busca sorprender al lector (cosa, que, sin duda, consigue).
Me ha gustado el estilo literario del autor. Se desenvuelve bastante bien en las descripciones, y consigue dotar de personalidad a sus personajes a través de sus diálogos (aunque esta, después de todo, resulte algo plana). Su lenguaje no es demasiado complejo, solo es algo más técnico en determinados pasajes dedicados a descripciones, pero sin llegar abrumar al lector. Suele usar un recurso literario que busca, como es habitual en esta novela, sorprender al lector, pero hace que el inicio de la lectura de cada sección sea algo confusa. Se trata de describir la escena e iniciar diálogos sin poner en situación al lector; es decir, al principio de las secciones el lector no sabe de qué hablan los personajes ni en qué situación se encuentran, aunque conforme avanza en la lectura podemos averiguarlo gracias al contexto. Esto crea la sensación de que nos incorporamos tarde a la escena, aunque sabemos que justamente la parte que leemos es la interesante para la historia. El recurso me resulta original y adecuado, dado el enfoque que el autor quiere darle a la novela y las sensaciones que pretende transmitir al lector.
En suma, a pesar de que no es la mejor de las novelas históricas, es un libro recomendable para los aficionados al género.
Puntuación (de 0 a 10): 6,5
2 comentarios:
Por lo que cuentas, me recuerda un poco a El puente de Alcántara.
Sí, he leído lo mismo en algunos foros. Además, yo leí antes El mozárabe, que está ambientada justamente en la misma época (reinado de Al-Hakam II) y le da tres patadas a esta... pero como comento, es entretenida y se deja leer (parece una aventura de rol)... y al final sorprende.
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