En mis frecuentes lecturas de los clásicos, he dado con un texto muy curioso de Sexto Pomponio, jurista del siglo II, en el que nos cuenta qué fue lo que llevó a la creación de las distintas magistraturas y de dónde proceden sus nombres. Me ha parecido tan interesante que aquí os dejo su traducción. En el texto, lo que va entre corchetes son añadidos míos; los números hacen referencia a notas aclaratorias.
En lo que se refiere a los magistrados, en los comienzos de la ciudad nos consta que los reyes tuvieron todo el poder.
Por aquellos tiempos consta también que existió el tribuno de los Céleres, que era quien estaba al frente de la caballería y en cierto modo ocupaba el segundo lugar después de los reyes. Entre ellos estuvo Junio Bruto, que fue el resposable de echar al rey [1].
Tras la expulsión de los reyes [2], se nombraron dos cónsules, y por ley se propuso que en ellos recayera la máxima autoridad. Se les llamó así porque eran los que principalmente velaban por los intereses del Estado [3]. Sin embargo, para que no reclamaran para sí un poder regio en todos los aspectos, mediante una ley se estableció que hubiera apelación [4] contra ellos y que no pudieran castigar con la pena capital a un ciudadano romano sin el consentimiento del pueblo. Solo se les dejó que pudieran sancionar [5] y que ordenaran el ingreso en la cárcel publica.
Posteriormente, cuando hubo que hacer el censo en un mayor periodo de tiempo [6] y los cónsules no pudieron acometer también esta tarea, se nombraron censores [7].
Cuando creció la población, como estallaban frecuentes guerras y los territorios vecinos las hacían muy cruentas, a veces, cuando la ocasión lo requirió, se decidió nombrar a un magistrado de mayor poder; así se proclamaron los dictadores, contra los cuales no había derecho a apelar y a quienes incluso se les autorizó a castigar con la pena capital. A este magistrado, como tenía poder absoluto, no se le permitía mantenerse [en el poder] más de seis meses [8].
Y a estos dictadores se les unía un comandante de caballería, del mismo modo que a los reyes los tribunos de los Céleres. Su cometido era comparable al de los actuales prefectos del pretorio, aunque se consideraban magistrados legítimos.
Por la misma época, cuando la plebe se separó de los patricios alrededor del año 17 tras la expulsión de los reyes [492 a.C.], creó para sí, en el monte Sacro, los tribunos, que habían de ser los magistrados de los plebeyos [9]. Se les llamó tribunos porque en aquel tiempo el pueblo estaba dividido en tres partes, y de cada una se elegía uno; o bien porque eran elegidos mediante la votación de las tribus [10].
Asimismo, para que hubiera quien se encargara del edificio en el que la plebe depositaba todos sus plebiscitos [11], nombraron dos [magistrados] procedentes de la plebe, que así fueron llamados ediles [12].
Entonces, cuando el tesoro público empezó a ir en aumento, para que hubiera quienes se encargaran de él, se nombraron dos cuestores que se ocuparan del dinero, cuyo nombre proviene del hecho de haber sido creados para pedir y conservar el dinero [13].
Y puesto que, como dijimos, la ley no permitía a los cónsules dictar sentencia de muerte contra un ciudadano romano sin el consentimiento del pueblo, el pueblo nombró [otros] cuestores que se encargaran de las penas capitales. Eran los llamados cuestores del parricidio, de los cuales incluso hace mención la Ley de las Doce Tablas.
Y como también pareció oportuno que se establecieran las leyes [de las Doce Tablas], se propuso al pueblo que todos [los magistrados] renunciaran a la magistratura para que durante un año fueran nombrados decenviros [que dictasen las leyes], pero estos prorrogaron su magistratura, gobernaron con injusticia y no quisieron que volvieran a gobernar los magistrados, pretendiendo mantener ellos mismos y su grupo un dominio perpetuo sobre el Estado; a tal extremo llegó su excesivo y riguroso dominio, que el ejército se separó de la República. [...] Con el consentimiento del pueblo, parte [de los decenviros] fueron ajusticiados en la cárcel [y los demás fueron condenados al exilio]. Así la República volvió a su situación anterior.
Unos años después de que se promulgaran [las Leyes de] las Doce Tablas, la plebe se enfrentó a los patricios porque quería crear también cónsules de su propio orden, y los patricios se negaban; por ello, se permitió que se crearan tribunos militares con potestad consular, de los cuales una parte procedía de la plebe y otra de los patricios. Estos se nombraron en número variable: unas veces fueron veinte, otras más, y otras menos.
Después, cuando se admitió que también se nombraran cónsules procedentes de la plebe, empezaron a nombrarse de entre ambos órdenes. Entonces, para que los patricios tuvieran una cierta ventaja, se decidió que se nombraran dos [nuevos magistrados] de entre los patricios; así se crearon los ediles curules [14].
Y como los cónsules fueran llamados a la guerra en las fronteras y no hubiera nadie que pudiera administrar justicia en la ciudad, se decidió crear también un pretor, que recibe el nombre de urbano porque administra justicia en la urbe.
Unos años después, al no bastarse el pretor, debido a la gran cantidad de extranjeros que llegó a la ciudad, se nombró además otro pretor, llamado peregrino porque generalmente administraba justicia entre los extranjeros [15].
Después, cuando se hicieron necesarios magistrados que presidieran las subastas, se nombraron decenviros que juzgaran en los litigios.
Se nombraron también en la misma época cuatorviros que se ocuparan del cuidado de las carreteras [16], y triunviros monetales que acuñaran en bronce, plata y oro, y triunviros capitales que tuvieran la custodia de la cárcel, de modo que, cuando hubiera que ejecutar una pena, se hiciera con su intervención.
Y como resultaba inconveniente para los magistrados estar en público en horas vespertinas, se nombraron quinqueviros a ambos lados del Tíber, que pudieran ejercer las funciones de los magistrados [17].
Una vez conquistada Cerdeña, al poco Sicilia e Hispania, y después la provincia Narbonense, se nombraron tantos pretores como provincias fueron sometidas, para que parte de ellos se encargara de los asuntos de las ciudades y otra parte de los de las provincias. Después, Cornelio Sila estableció los tribunales públicos, como el de falsificación, el de parricidio y el de homicidio, y añadió otros cuatro pretores. Después, Gayo Julio César nombró dos pretores y dos ediles que se encargaran de las provisiones de trigo, a los cuales llamó cereales en referencia a Ceres. Así, fueron nombrados doce pretores y seis ediles. Después, el divino Augusto nombró dieciséis pretores. Posteriormente, el divino Claudio añadió dos pretores que administraran justicia en materia de fideicomisos, de los cuales el divino Tito suprimió uno, y el divino Nerva añadió otro que administrara justicia [en las causas] entre el fisco y los particulares. De esta forma, dieciocho pretores administran justicia en la ciudad.
Todo esto se cumple siempre y cuando los magistrados se encuentren en la ciudad; cuando se van, se queda uno que administra justicia, el cual recibe el nombre de prefecto de la ciudad. Este prefecto se nombraba ya desde antiguo, pero después se introdujo debido a las ferias latinas [18], y así se cumple cada año. El prefecto de la anona [19] y el de los guardias nocturnos [20] no son magistrados, sino que fueron nombrados de manera extraordinaria por una cuestión práctica. Sin embargo, aquellos que llamamos cistíberes [21], después fueron nombrados ediles por decreto del senado.
Por tanto, de todos estos, administraban justicia en la ciudad diez tribunos de la plebe, dos cónsules, dieciocho pretores y seis ediles.
[1] Se refiere al último rey de Roma, un déspota llamado Tarquinio e Soberbio, al que Bruto consiguió engañar fingiéndose un disminuido mental desde temprana edad.
[2] Este hecho marca el inicio de la República.
[3] Consulere significa “mirar por, cuidar”, y de ahí viene la plabra “cónsul”.
[4] La apelación al pueblo (provocatio ad populum) era un recurso para evitar el abuso de poder por parte de los magistrados, y consistía en someter a votación una decisión tomada por un cónsul en este caso.
[5] Es decir, castigar, pero no con la pena de muerte.
[6] Esto ocurrió a los pocos años de iniciada la República; el periodo para hacer el censo se amplió a cinco años.
[7] Los censores se elegían entre los que habían sido cónsules en años anteriores, y su cargo duraba cinco años, tras los cuales se organizaba una ceremonia de purificación (lustrum) en la cual renunciaban a su cargo.
[8] El dictador era elegido por uno de los cónsules, entre aquellos que habían sido antes dictadores, cónsules o censores.
[9] La secesión fue parecida a una huelga general. En ella los plebeyos se negaron a cumplir con sus deberes debido a que no podían gozar de los mismos privilegios que los patricios, así que abandonaron Roma y se establecieron en el monte Sacro, paralizando el funcionamento de la ciudad. Sus tribunos tenían protección sagrada (sacrosanctitas), lo cual significa que quien le hiciera daño podía ser asesinado impunemente por cualquiera.
[10] Los ciudadanos se dividían en 35 tribus, de las cuales 31 se asignaban a los propietarios de tierras (rusticae) y las otras 4 al resto (urbanae). Cada tribu tenía un voto en los comicios, por lo cual las rústicas llevaban siempre las de ganar.
[11] Los plebiscitos eran los decretos que surgían de las asambleas de la plebe.
[12] La palabra “edil” (aedilis) viene de aedes (“casa”). En su origen fue una magistratura plebeya, pero después fueron nombrados por los patricios.
[13] En realidad, su nombre proviene de quaestus, que significa “beneficio, negocio”.
[14] Estos eran distintos a los otros ediles; se encargaban del buen funcionamiento de los mercados.
[15] La palabra peregrinus, que se usa para referirse a los extranjeros que llegan a la ciudad, viene de per y ager, y significa, literalmente, “los que atraviesan el territorio”.
[16] Los cuatorviros eran subordinados de los ediles.
[17] Eran cinco porque por entonces la ciudad se dividía en cinco distritos, y se hace referencia a ambos lados del Tíber porque uno de los distritos estaba al otro lado de este río. Colaboraban con los tresviros capitales para mantener el orden durante la noche.
[18] Estas ferias tenían lugar durante tres días fuera de Roma (en el monte Albano), y eran celebraciones religiosas en honor a Júpiter en las que debían participar todos los magistrados.
[19] Sus funciones las desempeñaron en otro tiempo ediles y pretores.
[20] En ellos se reúnen las funciones que desempeñaban los tresviros capitales y los quinqueviros.
[21] Se refiere a los quinqueviros.
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